Una de las plagas más recientes que padece España es la de las cotorras. La cotorra argentina –Myiopsitta Monachus– y la cotorra de Kramer –Psittacula Krameri– se han adaptado con facilidad a nuestro clima y se han multiplicado a un ritmo vertiginoso. Según el censo más reciente de la Sociedad Española de Ornitología hay más de 20.000 cotorras en la Península. Y el número podría haberse duplicado en los últimos años.
Llegaron a este país a través del tráfico no regulado de especies exóticas
Muchas personas quisieron tener un loro de mascota y enseguida comprobaron que las cotorras eran ruidosas y violentas y las abandonaron a su suerte. Ahora campan a sus anchas en parques y jardines de casi todas las ciudades. Madrid, Barcelona y Málaga son las provincias más afectadas. En la capital se calcula que hay más de 2.000 nidos de cotorras y más de 5.000 ejemplares.
Las cotorras confeccionan nidos comunales que pueden albergar a varias parejas. Por norma los construyen en árboles de gran altura o en tendidos eléctricos. El problema es que estos nidos pueden llegar a pesar hasta 150 kilos, con el consiguiente peligro para los viandantes y la salud de los propios árboles. Algunos ayuntamientos aprovechan la época de poda de las palmera para retirarlos.
Las cotorras viven hasta 12 años y alcanzan las 50 crías a lo largo de su vida. Sus principales depredadores son rapaces y comadrejas, animales que no tienen presencia en las urbes, de manera que no han tenido impedimentos para propagarse. Por el contrario, las cotorras vencen en la lucha por el alimento contra otras especies autóctonas como gorriones, palomas mirlos y urracas.
Se abastecen sobre todo de semillas de cardo, pero también de plantaciones de maíz, arroz y tomate, causando gran malestar entre los agricultores. También comen insectos y hasta la carne de animales muertos. En las ciudades tienen preferencia por los dátiles y las piñas de pinos y cipreses. Y tras adaptarse a nuestro ecosistema, el 40 por ciento de su dieta está basado en el pan, provocando numerosos enfrentamientos con las palomas.
Fuente: RTVE
Europa la considera una de las 100 peores especies invasoras y en 2013 se incluyó en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras
Por ello se condena la posesión, transporte, tráfico y comercio de cotorras. La comunidad madrileña, por ejemplo, da permiso para capturar y matar ejemplares de esta especie en actividades cinegéticas autorizadas. Asimismo invita a los ayuntamientos a establecer mecanismos para el control de las cotorras.
En Barcelona, el Museo de Ciencias Naturales posee un equipo de seguimiento para marcar y numerar estas aves de cara a futuras medidas de control.
Desde Europa se remarcó que para controlar los casos de especies exóticas había que seguir procedimientos inocuos para la vida de los animales y procurando su bienestar. Sin embargo, en Zaragoza y Leganés se optó, después estudiarlo concienzudamente, la eliminación mediante escopetas de aire comprimido. Y el resultado fue más que satisfactorio.
Las cotorras en Sevilla: un problema sin solución
Cuando el Ayuntamiento sevillano anunció que tomaría esta misma medida para el control de las cotorras enseguida se alzaron las voces de ecologistas y animalistas, dando al traste con el control de la especie. Científicos de la Estación Biológica de Doñana mantenían que era la única alternativa para frenar la plaga.
Otros métodos que se han mostrado menos efectivos son el taponamiento de nidos y los piensos esterilizantes.
Las zonas más afectadas por la invasión de cotorras en Sevilla son el Parque de María Luisa, el Monasterio de la Cartuja, la Iglesia del Salvador, la Catedral y el Monasterio de Santa María de las Cuevas. Un informe advierte de sustanciosas pérdidas en los cultivos de girasol en los alrededores de la Universidad Pablo de Olavide y Santiponce.
En el caso concreto del Parque de María Luisa, las cotorras han diezmado la población del murciélago nóctulo gigante, así como del cernícalo primilla. Pero se da una paradoja: puesto que la jardinería urbana del parque se trata en muchos casos de flora exótica que se introdujo en su remodelación, especies como las cotorras no pueden considerarse como invasoras al no estar atacando un hábitat natural o seminatural.
Se piensa que la especie se acomodó en nuestra ciudad a raíz de una suelta negligente de ejemplares decomisados.
Psitacosis: la enfermedad que transmiten las cotorras
Las cotorras pueden transmitir a los humanos la psitacosis: una enfermedad que suelen sufrir trabajadores de tiendas de animales, campesinos y empleados de mataderos. Se contrae al inhalar material fecal seco o manipular aves afectadas. Puede provocar fiebre, conjuntivitis, diarrea, escalofríos e incluso neumonía. A las personas mayores que no sean tratadas con antibióticos para paliar estos daños les podría acarrear la muerte.
Si sufre algún tipo de plaga contacte con SeviPlagas – Tu Empresa de Control de Plagas en Sevilla.