Las plantaciones de chumberas, muy características en el sur de España, están desapareciendo debido a una plaga de cochinillas silvestres que no cesa de propagarse por el país. Al tratarse de una especie no autóctona, los propietarios de estos cultivos se ven abandonados a su suerte y sin apoyo de las instituciones.

 

FUENTE: CANAL SUR

 

Orígenes de la chumbera en España. ¿especie exótica después de cinco siglos?

En España, la chumbera –Opuntia Ficus– está presente desde el siglo XVI, cuando la trajeron de México los primeros conquistadores. No obstante, aunque lleva con nosotros más de 500 años, fue introducida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras en 2013. En los años 50 y 60 se plantó masivamente en Almería para reforestar la zona.

Antonio Muñoz, de Ecologistas en Acción, defiende su mantenimiento:

«Aunque la chumbera es una planta alóctona, forma parte de nuestras raíces. Sería muy negativo que se perdiera, y no sólo desde el punto de vista medioambiental, por la biodiversidad en los deslindes; sino también cultural, pues hay mucha gente que se busca la vida recolectando los higos chumbos para su comercialización.»

Rubén Sánchez, máster en Agroecología, tiene la misma postura:

«No es una planta protegida, porque es alóctona y está declarada como invasora, pero desde el punto de vista cultural y paisajístico tiene una gran relevancia (…) Sirve de refugio a camaleones, serpientes y otros animales.»

El ingeniero técnico-agrónomo Rafael Pacheco ahonda en la cuestión:

«En Andalucía es una especie controlada, no se puede considerar invasiva, como puede ocurrir en otros países en lo que no se ha controlado su expansión. Las chumberas forman parte de nuestro paisaje, de nuestro ecosistema (…) Pertenece a nuestro entorno y nuestra cultura desde hace muchísimos años y es una herencia que deberíamos proteger para que la sigan disfrutando las futuras generaciones.»

Se calcula que entre Andalucía, Extremadura, Baleares y Canarias sumarían un total de 6.000 hectáreas dedicadas al cultivo de chumberas. Actualmente están prohibidas las nuevas plantaciones para evitar que compitan con la flora autóctona.

 

usos de las chumberas

  • Las chumberas se utilizan como vallas naturales en las lindes entre parcelas y como alimento para ganado.
  • También se emplean para la sujeción de tierras en zonas accidentadas, previniendo los desprendimientos de laderas y la erosión natural.
  • Su fruto, el higo chumbo, está muy apreciado. Su valor se ha multiplicado a raíz de la escasez de chumberas.
  • Se producen zumos de higo chumbo y aguardiente de uva moscatel con chumbos. Fuera de España se fabrican mermeladas y son un recurso médico y cosmético.
  • Las aplicaciones más novedosas de las chumberas son como bioabsorbente ecológico de metales en aguas residuales. Ayuda a separar plomo, cadmio y cobre. Igualmente se realizan pruebas experimentales como materia prima para producir etanol.

 

 

Aparición de la cochinilla silvestre

En 2007 se detectó por primera vez en Murcia. La cochinilla del carmín o silvestre fue expandiéndose por Andalucía y el Mediterráneo hasta llegar a Cataluña. Tiene dos variantes:

  • Dactylopius Opuntiae es de reproducción rápida y los expertos presumen que es la especie responsable de la crisis de la chumbera.
  • Dactylopius Coccus, se introdujo en Canarias para extraer su pigmento natural (el colorante E-120). También como Organismo de Control Biológico (OCB) en Valencia y Barcelona para frenar el desarrollo de la chumbera en parques naturales.

Ambas especies son inofensivas para el hombre. Sin embargo, las cochinillas son fatales para las chumberas. Se alimentan de su savia mediante la succión provocando el debilitamiento y desecación de las palas o pencas hasta causar la muerte de la planta. Las cochinillas hembras tejen unas formaciones algodonosas céreas, que son el primer síntoma de estar afectadas por la plaga. Si se aprietan desprenden un líquido rojizo que proviene de los insectos que permanecen en el interior.

Las hembras y ninfas se dispersan con el viento, propagándose con rápidez especialmente en verano. Cada puesta puede alcanzar los 400 huevos, produciendo hasta cinco generaciones en un año.

La chumbera podrida produce malos olores y atrae a los mosquitos.

 

Tratamientos fitosanitarios contra las cochinillas de la chumbera

No están siendo muy efectivos por lo difícil que resulta penetrar en la masa algodonosa que elabora la cochinilla. Se han usado productos no específicos para las chumberas que necesitan aplicarse repetidas veces en cortos periodos de tiempo. Requieren horquillas de seguridad altas que podrían suponer riesgos para las personas y el ecosistema. Por otra parte, se presume que algunos de los herbicidas utilizados podrían haber acabado con los depredadores naturales de la cochinilla del carmín, facilitando su propagación. En cualquier caso ha de actuarse al observarse los primeros síntomas.

  1. Se recomienda el uso de agua a presión para eliminar las formaciones blanquecinas de las pencas de la chumbera.
  2. En los casos críticos resulta efectivo lavar la planta con jabón potásico y retirar la sustancia algodonosa con un cepillo.
  3. Las administraciones insisten en podar y enterrar las chumberas más infectadas para evitar más focos.
  4. El aceite de Nim, cuya sustancia principal es la Azadiractina, es de baja toxicidad y tiene residuo cero.
  5. El aceite de parafina sirve para asfixiar las larvas y huevos de las cochinillas que se encuentran en el interior de la chumbera.
  6. El Agritrap, un derivado de algas, realiza la misma función que el anterior y está suponiendo una revolución en el control de plagas urbanas.

 

Organismos de control biológico

Según algunas revistas especializadas, la introducción de Organismos de Control Biológico (OCB) está siendo bastante eficiente. Pero si tenemos en cuenta que la plaga de cochinillas proviene precisamente de su aplicación como agente controlador, habría que ponerlo en cuarentena. En cualquier caso, las especies más indicadas serían:

  1. La mariquita especializada en cochinillas algodonosas Cryptolaemus Montruozieri, capaz de ingerir 60 cochinillas al día. Se introdujo en Arcos de la Frontera alertando de no usar ningún otro tratamiento, a la espera de sus resultados a medio plazo. Para ello se pusieron de acuerdo la Diputación de Cádiz, ASAJA y la Universidad de Córdoba, manejando un presupuesto de 100.000 euros.
  2. Las avispas parasitoides Angyrus Pseudococci y Leptomastix Algirica.
  3. Y hongos entomopatógenos.

Debido a las altas tasas de reproducción de la cochinilla y su dimensión poblacional, se estima que las medidas de control biológico serán insuficientes. A diferencia de su país de origen, donde sí tienen depredadores naturales, en España el equilibrio parece descompensado ante enemigos como crisopas, coleópteros y aves.

FUENTE: SOCIEDAD PARA EL ESTUDIO Y RECUPERACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD ALMERIENSE

 

¿En manos de quién está la solución del problema de las chumberas?

Algunos expertos inciden en que al dejar de ser explotadas económicamente se ha roto el equilibrio entre chumberas y cochinillas. La extracción del higo chumbo supone mucho trabajo: hay que usar una caña, arrojarlos al suelo y barrer con arena para quitarle las púas, así como pelarlos. Su presencia en las fruterías cada vez es más escasa y se reduce a la venta directa en la calle.

Como aseguraba Antonio Muñoz, de Ecologistas en Acción, «la mayoría de las chumberas está en zonas de carreteras y deslindes, es decir, en tierra de nadie». Según una ley de 2002, corresponde a los propietarios solucionar el problema de la plaga de las cochinillas, salvo que las chumberas se encuentren en caminos rurales. En esos casos sería competencia de los ayuntamientos. Pero en numerosos casos éstos han derivado esa responsabilidad a la Junta o al Ministerio de Agricultura. Estos actuarán, dice la norma, dependiendo de la utilidad pública o en caso de plaga de emergencia fitosanitaria.

Al no considerarse la chumbera ni siquiera como cultivo agrícola, esta especie parece condenada a su extinción en España. Asimismo, al ser catalogada como una especie exótica invasora -aunque lleve cinco siglos integrada en nuestro paisaje-, como tal no puede protegerse frente a la cochinilla silvestre.

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