El estado de alarma decretado por el Gobierno el pasado mes de marzo ha cambiado radicalmente nuestro modo de vida. La aparición y propagación del Coronavirus ha afectado sobre todo a la movilidad de las personas. Asímismo, para prevenir el contagio hemos puesto hincapié en los hábitos de higiene. El lavado de manos con jabón es frecuente, y en los supermercados y farmacias, los artículos más demandados siguen siendo mascarillas, guantes y gel hidroalcohólico.
Desde SeviPlagas continuamos con la desinfección de edificios públicos y locales con nuestro tratamiento de ozono, con el objetivo de prepararnos para la denominada»nueva normalidad». Creemos que es la hora de tratar una serie de temas que conciernen directa o tangencialmente al sector del control de plagas y la desinfección. Para ello usaremos el formato de píldoras informativas mediante cuestiones que han surgido en estas semanas.
¿Cómo ha afectado el covid-19 al desarrollo de plagas urbanas?
Con la llegada del COVID-19, muchas empresas dedicadas al control de plagas han desarrollado más su faceta de desinfección debido a la demanda pública y privada. Pero es curioso preguntarse si la cuarentena, con la consiguiente reducción del tráfico de personas, ha modificado el desarrollo de algunas de las plagas más habituales en las ciudades.
En estos días han circulado en televisión y a través de redes sociales vídeos de animales salvajes o poco comunes de ver que han irrumpido en las localidades, aprovechando la escasa presencia humana. Sevilla fue testigo de la curiosa estampa de unos patos circulando por la Avenida de la Constitución. Mientras, en Chipiona se notificó una ballena muerta en la orilla y en Marbella se avistaron delfines. Más al norte, en Asturias, se divulgó la aparición de un oso en las calles. Y así un sinfín de casos.
Expertos en la conservación de animales creen que todavía es pronto para sacar conclusiones, pero inciden en que esta situación podría favorecer el desarrollo de especies protegidas y en vías de extinción, como el quebrantahuesos o el lobo ibérico. Algunos han aprovechado las horas libres para identificar los cantos de pájaros que se oían en el silencio de las poblaciones, empleando aplicaciones como Bird Net.
Otro vídeo que ha circulado mucho en estos días ha sido el de una bandada de palomas persiguiendo a una viandante. Sin duda, esta especie está acostumbrada a depender del alimento que le proporcionan las personas en la calle, aunque en algún artículo ya hemos advertido de lo contraproducente que puede ser. Los ejemplares más avispados habrán podido encontrar otras fuentes de comida y los menos preparados habrán pasado hambre, incluso llegando a morir ante la falta de pan y semillas.
Dar de comer a los pájaros
En este sentido, apareció durante el confinamiento una campaña animalista que invitaba a los clientes de supermercados a comprar alpiste y otros alimentos para no abandonar a su suerte a ciertos pájaros urbanos, dada su dependencia del ser humano. Los gorriones, en claro retroceso poblacional desde hace años por la ausencia de sitios para anidar y la contaminación, pueden haber aprovechado estos meses para reproducirse. Al lado de las palomas, siempre han sido más rápidos e inteligentes a la hora de alimentarse.
¿Qué ocurre con los roedores y las cucarachas?
Ambas son plagas muy asociadas al sector de la hostelería, por aprovechar los almacenamientos de comida. En estos días, algunos restaurantes, además de adaptarse a las nuevas normativas sanitarias con mamparas, han optado por efectuar un plan de control de plagas en sus locales. El cierre obligado ha servido para que el tratamiento de exterminación sea más efectivo. Sin embargo, la falta de ingresos durante dos estos largos meses ha hecho que muy pocos se hayan podido permitir estas recomendables actuaciones.
Las ratas, ante el tránsito menor de personas en la calle, y en algunos casos por la dejadez en la recogida de basuras, han podido acercarse sin peligro a contenedores para abastecerse. En las casas particulares, al permanecer más tiempo en el hogar sus dueños, muchos han sido conscientes de que tenían un serio problema de cucarachas u hormigas, y han optado por colocar cebos de supermercado para paliar la invasión.
¿Han surgido problemas por exceso de desinfección durante la cuarentena?
Las recomendaciones gubernamentales de cuidar la limpieza se han malinterpretado en ciertas ocasiones. Se han dado casos en los que por desconocimiento se han mezclado productos incompatibles. Ha habido ingresos por intoxicación con lejía, vinagre o amoníaco usados en cantidades tóxicas. En los supermercados raro es el día en que los clientes pueden adquirir gel hidroalcohólico o guantes de látex, aunque por megafonía se insista en que está garantizado el abastecimiento.
Otras personas con más sentido común han seguido con sus hábitos de lavarse las manos con jabón, quizá de una manera más exhaustiva. Los científicos recuerdan que es preferible ventilar las habitaciones mientras se procede a limpiar para que no lleguemos a intoxicarnos por acumulación de gases, así como utilizar guantes protectores y aplicarnos cremas hidratantes. En los hospitales se han registrado pacientes con problemas dermatológicos y complicaciones en vías respiratorias por exceso de desinfectantes. Se trata de personas más sensibles o con patologías previas como el asma que después de aplicar los productos se han dañado ojos y mucosas al tocarse la cara.
En Andalucía se han quintuplicado los casos de intoxicación por el exceso de limpieza ante el COVID-19. El Ministerio de Sanidad recuerda que basta mezclar agua con lejía (y no con otros productos) para que la higiene sea efectiva.
Un claro ejemplo de medidas extremas fueron las declaraciones hace unas semanas del presidente de EEUU, Donald Trump. Éste comentó sin darle importancia a sus palabras, con un discurso siempre polémico e hiperbólico, que los americanos podían combatir el Coronavirus ingiriendo o inyectándose desinfectantes en vena. Los doctores americanos enseguida se llevaron las manos a la cabeza, y el centro de control de envenenamientos no daba abasto con llamadas que cuestionaban estas medidas.
¿Ha mejorado la calidad ambiental durante el confinamiento?
Los ecologistas han sabido ver la parte buena del estado de alarma que ha obligado a gran parte de la población mundial a recluirse en sus casas. La práctica ausencia de coches durante los días más duros del confinamiento se ha traducido en el mejor remedio contra la contaminación acústica. Asímismo, han descendido las muertes por accidentes de tráfico. La escasez de automóviles en las carreteras y ciudades también ha provocado que los niveles de dióxido de nitrógeno hayan bajado hasta niveles históricos.
En la ciudad de Sevilla los niveles de NO2 bajaron más de la mitad en la primera semana de cuarentena. Estas partículas también son causantes de varias miles de muertes al año.
En China, uno de los países más contaminados del mundo, las emisiones de dióxido de carbono disminuyeron un 25 por ciento entre febrero y marzo. Sin embargo, los científicos temen que cuando se supere esta crisis sanitaria global suframos un efecto rebote condicionado por la reactivación económica.
Atmósfera más limpia y lluvias
Las precipitaciones durante esta primavera excepcional también han colaborado en la limpieza de la atmósfera. O bien 2020 está siendo un año más lluvioso o precisamente la falta de una nube de partículas tóxicas ha permitido a las nubes descargar agua con más facilidad.
La menor contaminación lumínica debida a la paralización del comercio, unida a un aire más limpio, nos ha permitido (a esa hora en que bajamos a tirar la basura, ese pequeño instante de libertad) ver la Luna, Venus y numerosas estrellas como nunca antes las habíamos percibido. Por ejemplo, el Himalaya ha vuelto a ser visible desde la India después de 30 años.
Un estudio italiano relaciona directamente la incidencia del Coronavirus con la contaminación ambiental. Si trasladamos los datos a España, realmente las capitales con mayor cantidad de partículas tóxicas han sido las más afectadas por el COVID-19.
Esta disminución de la contaminación es apreciable gracias a las imágenes ofrecidas por los satélites. Estos datos se pusieron de relieve especialmente durante los primeros días del estado de alarma.
Abuso del plástico
Por el contrario, las precauciones que tomamos para evitar los contagios han desembocado en un uso mayor del plástico. Es habitual estos días encontrar guantes desechables del supermercado tirados en la calle después de su uso. O lo que es peor, en las playas donde el acceso está permitido. A mediados del mes pasado se apreció que el contenedor amarillo se llenaba un 15 por ciento más durante el encierro.
Paradójicamente este auge del plástico se produce cuando casi todas las cadenas de alimentación habían empezado a cobrar por las bolsas para fomentar el reciclaje y el uso de otros materiales. Por otro lado, también ha aumentado durante el estado de alarma el uso de toallitas húmedas, muy prácticas a lo hora de limpiar y desinfectar cualquier superficie. Pero por desgracia también se han registrado más casos de atascos debido a usuarios que en lugar de tirarlos a la basura las arrojan por el wáter, provocando colapsos en los colectores.
¿Qué fue antes, el mercado de animales o el laboratorio?
Las autoridades sanitarias aún no se han puesto de acuerdo sobre si la pandemia ocasionada por el Coronavirus se originó en un mercado chino de animales salvajes o si proviene de un laboratorio cercano. Unos apuntan al pangolín (una especie de armadillo) o a los murciélagos que se comercializan en estos puestos para alimento o medicina natural como portadores del virus que luego pasó a los humanos. Ambas especies se consideran huéspedes del COVID-19. Las escamas del primero son muy valoradas en los tratamientos tradicionales chinos, y estar en el foco de atención beneficia al pangolín, una especie amenazada por el tráfico ilegal.
En Occidente existe una legislación estricta en cuanto a la venta de animales vivos en la calle o en comercios, con unas medidas de higiene tan severas que acabaron con multitud de tenderetes y ferias populares. Una situación parecida ocurrió con el uso de animales en los circos, donde las asociaciones animalistas lograron eliminarlos en prácticamente todos los municipios. El mercado de Wuhan, atestado de gente y de diferentes especies salvajes en venta, era el caldo de cultivo perfecto para que surgiese el virus.
La »conspiración» china
De nuevo Donald Trump abrió la caja de Pandora al apuntar que el Coronavirus podría haber sido liberado de un laboratorio chino, concretamente del Instituto de Virología de Wuhan. Sin embargo, los virólogos descartan esta opción afirmando que la modificación genética de los virus dejan huellas que no se han localizado en el COVID-19. Pero hay antecedentes, pues en 2004 dos científicos del Instituto de Pekín se infectaron con el virus del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS). Al respecto, los expertos subrayan que el salto de diferentes virus de animales a personas ocurren a menudo.
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